La mujer que sin saberlo cambió la medicina para siempre
Laura F Belli*
@laurafbelli
Ilustración por Lina Castellanos
¿Cómo puede ser que una mujer fuera conocida por toda la comunidad médica mundial y -al mismo tiempo- fuera una total desconocida?
En 2010 la periodista Rebecca Skloot publicó uno de los mejores libros de divulgación científica de los últimos años “The inmortal Life of Henrietta Lacks” (La vida inmortal de Henrietta Lacks). El libro se conviritió en un best seller y tuvo gran repercusión a nivel mundial. Pero el granlogro de Skloot fue ponerle nombre y apellido a uno de los mayores descubrimientos médicos de las últimas décadas: las células HeLa.
Las células HeLa conforman un tipo particular de cultivo celular y son utilizadas en investigación científica. Es el linaje celular humano más antiguo y base de muchos de los descubrimientos en cáncer, genética y desarrollo de vacunas. Desde la década del ‘50, los investigadores las han utilizado dado que a diferencia de las células normales del cuerpo (somáticas), las HeLa prosperan indefinidamente en los cultivos de tejidos de laboratorio.
A pesar de que su comercialización las ubicó en laboratorios alrededor de todo el mundo, el origen de esta línea celular inmortal era desconocido por casi todos. Se necesitó una mujer -Rebecca Skloot- para traer a la luz la vida de otra mujer: Henrietta Lacks o (He)nrietta (La)cks como se la conoce en el mundo de la ciencia.
Henrietta Pleasant (luego Lacks) nació en 1920 en una plantación de tabaco en Virginia, EE.UU. A los 15 años se casó y tuvo cinco hijos. En 1951. a sus 31 años, fue derivada al Hospital Johns Hopkins (única institución en los alrededores que atendía afrodescendientes) por causa de prolongados dolores uterinos y sangrado. Allí se le diagnosticó cáncer de cuello uterino, que fue confirmado mediante una biopsia. Recibió tratamiento de radioterapia, pero murió en octubre de ese mismo año.
El médico que la atendió (sin conocimiento ni consentimiento de Henrietta o su familia) envió una muestra de la biopsia al Dr. George Gley, director del Laboratorio de Cultivo de Tejidos, quien estaba intentando cultivar células tumorales. A pesar de no haber tenido éxito hasta ese momento con otras muestras, esta vez las células sobrevivieron y comenzaron a replicarse. La nueva línea celular -denominada desde entonces HeLa- abrió el camino para numerosas investigaciones que hasta el día de hoy se siguen realizando. Y también se convirtió en un negocio millonario (son vendidas a laboratorios en todo el mundo).
Desde entonces se utilizaron para desarrollar la vacuna contra la poliomielitis, determinar la estructura del genoma humano, investigar sobre VIH y desarrollar drogas para tratar diferentes tipos de cáncer. Desde entonces, también, los hijos de Henrietta Lacks han vivido en la pobreza, sin acceso a educación o cuidados en salud de calidad y sin haber recibido nunca compensación alguna por el aporte que su madre realizó al mundo.
* Bioeticista – Doctora en filosofía (UBA)