En esta novela corta, ganadora del primer premio del Fondo Nacional de las Artes, Leila Sucari nos transporta a un universo onírico con olor a pubertad. En una atemporalidad sin coordenadas geográficas precisas, los ojos de una nena desentrañan la materialidad de tres mujeres sin nombre. Su abuela, su prima y su hermana configuran una idea de feminidad anclada en la mera cotidianeidad mientras los varones de la historia se hacen presentes cuando se nombra su ausencia.
Los temas de la agenda feminista se recorren en un texto sin intención de manifiesto. La menstruación, la precarización económica y el lesbianismo aparecen al contar la historia. Escrita entre 2014 y 2016, la novela da cuenta del contexto político de lucha de las mujeres al narrar los días de una familia rural y no necesita más que un par de mujeres que hacen lo que pueden con lo que tienen. En este sentido, Adentro Tampoco Hay Luz cuenta una historia privada que funciona para afirmar que lo personal es político.