Por Emilia Cerra y Micaela Fernández Erlauer
Nuevo año, mismas demandas y mismas promesas cumplidas a medias. El #8M nos convoca a llenar las calles con consignas que requieren de feministas que ocupen los espacios de poder donde se decide la política pública. La ausencia de estas voces en la determinación del rumbo de las intervenciones trae consecuencias a nivel práctico. El aborto legal en Argentina y en Colombia, y la Asamblea Constituyente paritaria en Chile, nos alzan a profundizar las recientes conquistas de los feminismos regionales. Tomar acciones concretas que tiendan a lograr la igualdad de género necesita de más feministas ocupando cargos de decisión que no posterguen las demandas y avancen en agendas concretas.
En Latinoamérica, el horizonte de igualdad de género fue variando con el tiempo. El modelo patriarcal, que permea distintas esferas de la vida social, genera barreras estructurales al acceso de las mujeres en ámbitos públicos que aún persisten. La estrategia para revertir esta situación comenzó por llevarse adelante a través de cuotas y regulaciones en el acceso a ámbitos de representación política, hasta plasmar el objetivo de paridad en los poderes Ejecutivos, Legislativos y Judiciales. Así, mecanismos afirmativos se traducen en paridad como un objetivo a alcanzar. No obstante, la igualdad sustantiva está lejos de ser efectiva.
America Latina va a ser toda feminista
Sudamérica promedia un 25% de mujeres en cargos ministeriales. Como siempre ocurre con los promedios, no son representativos ya que existen casos en los extremos. De los gabinetes ejecutivos, el chileno exhibe la mayor cantidad de mujeres, con un 52% de mujeres ministras, seguido del venezolano (35%), colombiano (33%) y ecuatoriano (28%). Chile es el país que encabeza la lista con una virtual paridad pero los que le siguen en el ránking están alejados de este porcentaje, llegando a apenas un tercio de mujeres en los gabinetes que lo siguen. Hacia el fondo de la lista tenemos los que peor rankean en la región: Argentina con un 9% de mujeres, Brasil con un 11% y Uruguay con un 14%. Argentina, país pionero en impulsar normativas que ampliaron derechos de mujeres y población LGBTIQ+ gracias a la lucha de los movimientos feministas, entra en tensión con la falta de diversidad en puestos de decisión en la Administración Pública, una paradoja que exige mirar de cerca las causas de este desenlace.
Elaboración propia en base a datos oficiales de cada país
En algunos países existen o se están diagramando acciones afirmativas para garantizar la presencia de mujeres en la Administración Pública Nacional. En el caso colombiano, por ejemplo, existe una ley de cuotas para la presencia de mujeres en el cuerpo administrativo. Podría ser el caso de Argentina, donde el presidente Alberto Fernández ya avisó que se evaluarán futuras designaciones de personal en las dependencias nacionales en función del principio rector de igualdad de género. La medida, impulsada por la Secretaría de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, dispone de un instructivo para que todos los pedidos de nombramientos estén acompañados por un informe sobre la paridad.
¿Dónde están las mujeres?
Al igual que en el mercado laboral, la distribución de Ministerios Nacionales sigue al fenómeno de la segregación horizontal, donde las mujeres tienden a dirigir organismos relacionados con “lo femenino”. Los gabinetes más feminizados están relacionados con actividades que se alinean con lo que se espera de una figura femenina reproduciendo los estereotipos de género.
Los 6 Ministerios de Mujeres que existen en la región están dirigidos por mujeres, la única temática completamente feminizada en la región. Los Ministerios de Desarrollo Social, Salud y Trabajo suelen estar más feminizados, es decir, tienen porcentajes más altos de mujeres dirigiendo en carteras típicamente relacionadas con los roles reproductivos que se la asignan cultural y estereotipadamente a las mujeres. En suma, vemos que con excepción de los Ministerios de Mujeres, ninguno llega a abarcar la paridad en otros sectores, ya que todos tienen menos de 50% de mujeres en total. Dentro de los diez ministerios con mayor porcentaje de mujeres en su dirección, Justicia, Ciencia y Producción se encuentran hacia el final del ránking, con menos de 25% de mujeres a la cabeza en cada uno.
Elaboración propia en base a datos oficiales de cada país
Por otro lado, los ámbitos de política en la región que están completamente dirigidos por varones son Turismo, Deportes y los que atienden Asuntos Rurales. Luego, Energía, Economía, Obras, Infraestructura y Servicios, Relaciones Exteriores e Interior están dirigidas por varones en el 80% de los casos. En toda la región, hay sólo un Ministerio relacionado con Hidrocarburos/Energía/Minería que está dirigido por una mujer (Ministerio de Minería, Marcela Hernando en Chile), un solo Ministerio de Relaciones Exteriores (Marta Lucia Ramirez en Colombia) y una sola Ministra de Interior (Izkia Siches en Chile). Dos de estos casos responden al nuevo gabinete nombrado por Gabriel Boric, que además de paritario, también rompe con las tendencias de la región en términos de los asuntos de competencia de Gobierno que deja a cargo de mujeres.
Elaboración propia en base a datos oficiales de cada país
Si el análisis lo trasladamos a los poderes legislativos, el ránking cambia abruptamente: Bolivia lo encabeza con el 51% y le sigue Argentina con un 43% de mujeres en el Congreso y el Senado. Lo destacable es que los dos primeros tienen ley de paridad vigente en el Congreso. En el caso argentino, se trata de la Ley de Paridad, sancionada en 2017. En Bolivia se sancionó en 2009 la Ley de Régimen Electoral Transitoria, la cual incluyó el reconocimiento de que la participación ciudadana debe ser equitativa y en igualdad de condiciones, introduciendo en el artículo 9 la aplicación de la paridad y alternancia en la confección de listas de candidatos. Brasil y Paraguay son los dos peores países rankeados, según el Observatorio de Géneros de la CEPAL, con 15% y 16% de mujeres en el Poder Legislativo Nacional. Ninguno de estos dos países tienen leyes de paridad.
Votemos feminismo
Este 2022 habrá elecciones presidenciales en Colombia y Costa Rica, legislativas también en Colombia y se celebrará el plebiscito en Chile para votar sobre la nueva Constitución. En el caso de Costa Rica, se enfrentarán a principios de abril en la segunda vuelta el ex presidente José María Figueres y Rodrigo Chaves. Ninguno de los dos candidatos respondió a la versión costarricense del Feminindex, desarrollada por colectivas feministas de Costa Rica para evaluar las posiciones de las candidaturas a la Presidencia y diputaciones de Costa Rica en cuanto a Derechos de las Mujeres y Derechos Humanos. Sobre Rodrigo Chaves, además, pesan denuncias de acoso.
Por su parte, en Colombia se celebran elecciones presidenciales y legislativas. De 19 candidaturas, hay 4 mujeres. El candidato de centroizquierda Gustavo Petro encabeza las encuestas, mientras que las candidatas mujeres van bastante por detrás en los sondeos. Entre ellas se destaca Francia Márquez, activista en contra de la minería ilegal y feminista, que competirá en las internas de la coalición de Pacto Histórico contra Petro. Diversos colectivos feministas colombianos manifestaron que la agenda feminista no está siendo abordada por los principales partidos y candidatos en sus campañas. En ese sentido, la respuesta fue mayor organización: una de las novedades es la presentación de la primera lista feminista donde la mayoría son mujeres, consiguiendo 90.000 firmas y obteniendo el aval de la Registraduría Nacional para postularse a las elecciones a Senado el próximo 13 de marzo. Es una innovación y un logro que debe utilizarse como ejemplo de la potencia de un movimiento que no está dispuesto a que sus demandas se dejen de lado.
Las principales iniciativas para llevar temas feministas a la agenda vienen de las organizaciones de la sociedad civil. Se destacan la campañas de la organización Artemisas que piden por una democracia paritaria y contribuyen a la formación de lideresas políticas de diferentes territorios de Colombia para las elecciones. Nosotras Ahora, funciona como una plataforma que busca fortalecer el ejercicio de participación política de 300 mujeres de diferentes territorios y partidos políticos de Colombia, por medio de procesos formativos y de acompañamiento en la construcción de agendas con enfoque de género y campañas electorales, así como un ejercicio de posicionamiento, incidencia y posterior veeduría de dichas agendas. Por otro lado, la campaña Paridad ¡Ya! 50/50 hace seguimiento de los proyectos legislativos de Reforma Política y de Reforma al Código Electoral, que se tramitan en el Congreso de la República.
El caso de Chile y el voto al plebiscito constitucional cierran la agenda electoral a celebrarse luego de mitad de año. El proceso plebiscitario de Chile fue novedad no solo por surgir luego de las revueltas populares que se llevaron a cabo en 2019 en el país, sino que además porque la elección de lxs constituyentes siguió un principio paritario. El resultado es un texto constitucional a votar que tiene propuestas de políticas con perspectiva de género.
El panorama regional muestra cómo algunos gobiernos o procesos electorales son más o menos permeables en términos de propuestas y medidas feministas o con perspectiva de género. Hay dos comunes denominadores en todos ellos: en primer lugar, la promoción de la agenda feminista en los países cuenta con colectivos feministas que avanzan estos temas en la agenda pública. En segundo lugar, si bien la presencia de mujeres no garantiza que promuevan una agenda de género, la agenda de género se encuentra presente en los casos donde hay mujeres feministas en espacios de poder que escuchan las agendas de la movilización feminista o que, incluso, provienen de ella y toman dichos reclamos como parte central de la gestión de gobierno. Sin esta presencia, el avance de políticas que tiendan a cerrar brechas de género impulsadas desde los movimientos feministas, corren el riesgo de no ser tenidas en cuenta a la hora de definir la política pública. En el mismo sentido, se evidencia la necesidad de reclamos potentes desde abajo que fuercen la introducción de las agendas de género en un campo históricamente adverso a ellas. En las calles y en los espacios de toma de decisiones tenemos que ser más.