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Después de 9 años, ¡tenemos datos!

Abr 28, 2022 | Cuidados, Ecofemidata, Economía/Política, Notas

Por Luciana Kirjner y Mora Vinokur Esta mañana se publicaron los datos preliminares  de la actualización de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo realizada por INDEC entre octubre y diciembre del año pasado. Los últimos datos nacionales disponibles datan de 2013 y provenían de un módulo anexo a la Encuesta Permanente de Hogares. Desde entonces, transcurrió casi una década en la que las demandas feministas pasaron al centro de la agenda y debate público. También atravesamos una pandemia que evidenció el carácter central de las tareas de cuidado que realizan cotidianamente las mujeres para la sostenibilidad de la vida. Podemos suponer que el resto de las identidades feminizadas también destinan gran parte de su tiempo a estas tareas, pero al no existir aún estadísticas oficiales diferenciadas por identidad de género, los datos no nos permiten evidenciarlo. En este sentido, nos sumamos a la demanda de la población trans-travesti-no binaria por su incorporación y reconocimiento en las estadísticas oficiales.

Nuevos datos, viejas desigualdades

Según los datos publicados hoy, que sólo distinguen entre varones y mujeres, en Argentina, el 91,6% de las mujeres participa de alguna de las tareas de cuidado, pero sólo el 73,9% de los varones lo hacen. Es decir, casi la totalidad de las mujeres (más de 9 de cada 10) y sólo tres cuartas partes de los varones. Todavía no contamos con datos actualizados sobre el tiempo promedio por día que dedican varones y mujeres a las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas, que comprenden los quehaceres domésticos, el apoyo escolar y las tareas de cuidados. Estos datos estarán recién para el tercer trimestre según lo informado hoy por el INDEC. Si tomamos los datos de 2013 las mujeres dedican en promedio 6,4 horas diarias, mientras para los varones el promedio es de 3,2 horas diarias dedicadas a estas tareas. Será interesante, y necesario, ver la evolución de las horas destinadas a los cuidados en la última década.  Estos datos dejan en evidencia la distribución asimétrica de las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas entre los géneros. Que las mujeres dediquen más horas del día al trabajo, entendido de forma amplia (primer gráfico del cuadro), pero que tengan mayor incidencia en la pobreza  no tiene que ver con roles naturales ni capacidades diferenciales. Responde a estereotipos y roles socialmente asignados e históricamente reproducidos. Esta realidad deja a las mujeres con menos tiempo  para su ocio, formación e inserción en el mercado laboral pero también en la participación política. A su vez, dentro del mercado laboral, también son las mujeres la mayoría entre quienes se dedican a las tareas domésticas y de cuidado, que tienen peores condiciones y remuneración que otras actividades. Por estas razones, las luchas feministas ponen en evidencia que la distribución inequitativa de los cuidados constituye un nudo crítico de las desigualdades de género. 

¿De dónde venimos? 

En 2013, bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se realizó la primera EUT, incorporada a las cuentas nacionales de modo complementario (como cuenta satélite). Esta acción hace eco de la demanda histórica de los movimientos feministas que reclamaron por el reconocimiento de las tareas de cuidado: eso que llaman amor es trabajo no pago. A partir de esos datos, por ejemplo, la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género estimó que los cuidados como sector económico representaban en 2020 el 15,9% del PBI. Aún así, la ubicación de estas encuestas en el sistema estadístico todavía resulta marginal y se perpetúa una visión distorsionada de la distribución del trabajo dentro del sistema productivo.  Las tareas de cuidado y las personas que cuidan son las responsables de sostener nuestras vidas. Garantizan las condiciones necesarias para el funcionamiento de la economía tal como la conocemos. Sin embargo,  dentro de las cuentas nacionales, sólo se contabilizan las actividades que involucran una transacción económica. Es así que, históricamente, los datos oficiales no midieron el aporte de los cuidados no remunerados a las economías. La Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) es una herramienta para analizar el balance de las distintas actividades de la vida de las personas: cuánto tiempo dedican al trabajo, al estudio, a los cuidados, a actividades recreativas, deportivas, culturales. La EUT es la herramienta disponible con la que contamos hoy para medir estas actividades y así, al menos, hacer una aproximación del peso que tienen en la economía. Estudiar la desigual organización social del cuidado nos permite comprender mejor las brechas de ingresos, formación y ocio de las mujeres respecto a los varones. Visibilizar las horas que se destinan al cuidado evidencia la pobreza de tiempo para destinar a otras actividades. 

¿Adónde vamos? 

Los datos obtenidos en las EUT resultan centrales en Latinoamérica , que presenta una organización social del cuidado particularmente desigual, con un modelo centrado en la familia y el mercado, limitada participación del Estado y una oferta de servicios de cuidado insuficiente y segmentada, a la que acceden quienes lo pueden pagar. A nivel regional, las mujeres dedican 39 horas semanales a estas tareas, mientras que los varones solo 18.  En Argentina, la Ley N°27.532 de 2019 determinó que haya una EUT nacional cada dos años. Su aplicación a lo largo del tiempo nos permitirá monitorear los cambios sociales y culturales en torno a la distribución de las tareas de cuidado, y el trabajo remunerado y no remunerado. Ya no tendremos que esperar por tanto tiempo para saber cómo venimos.  La medición de los cuidados a través del tiempo puede llevar a desafíos metodológicos al tener que decidir, por ejemplo, cómo se cuenta el tiempo que toman tareas domésticas y de cuidado que se realizan en simultáneo o al mismo tiempo que actividades remuneradas. Un ejemplo de esto es el que nos traen las experiencias de confinamiento, a partir de la pandemia de la COVID-19, donde se hizo evidente en los hogares la superposición de trabajo remunerado con trabajo doméstico no remunerado. Por otro lado, la medición del tiempo dificulta el cálculo del esfuerzo dedicado a las tareas de cuidado, ya que suele quedar por fuera del registro la planificación, intensidad (no es lo mismo cuidar a 2 personas que a 4 al mismo tiempo) y organización que conllevan. Al ser un trabajo invisibilizado y desprestigiado para el imaginario social, muchas mujeres e identidades feminizadas no reconocen que las tareas que realizan en su cotidiano son trabajos de cuidado, lo que lleva a una subcontabilización del tiempo que les toma este trabajo diario.  En el camino a desarrollar economías del cuidado sostenibles y justas, las EUT proveen evidencia para el diseño de políticas públicas de igualdad social y económica. La información que surge de la investigación del uso del tiempo, aporta a la regulación de las tareas remuneradas y la redistribución de las no remuneradas. Un paso fundamental para estos avances será la conformación de un Sistema Integral de Cuidados que articule experiencias, programas y políticas, incorporando las demandas de todas, todos y todes, para cada ciclo de la vida. 

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