¿Existe la equidad de género en la industria de cine argentina?
Por Florencia Tundis y Maitena Minella
“Para mí, el ideal de la posición como mujer haciendo cine
es tratar siempre de no responder a lo que el sistema machista
me pide como expectativa, como contenido.
Salirme de ese terreno y encontrar mis propios carriles
para poder expresar algo que yo como mujer siento que me representa”.
Inés de Oliveira Cézar
Entre las recreaciones o hobbies que realizan la mayoría de las personas, mirar películas, ya sea en el cine o en su casa, es una de las actividades más frecuentes, no importa si se habla de cinéfilos, estudiantes de cine o simplemente de gente que quiere despejarse y meterse en otro mundo un par de horas a la semana. Dado este panorama, resulta imposible no preguntarse quién hace esas películas, qué mensaje quiere transmitir o cuál es su visión respecto al mundo. Cualesquiera sean las respuestas a estos interrogantes, cuanto mayor sea la diversidad de miradas y temas a tratar, más enriquecedora va a ser la oferta de películas a las que se puede acceder. La influencia de este medio de creación sobre la sociedad es innegable y, como dice la teórica de cine británico y feminista Laura Muvley, “el cine refleja, revela e incluso interviene activamente, en la interpretación recta, socialmente establecida, de la diferencia sexual que domina las imágenes, las formas eróticas de mirar y el espectáculo”.
Es de público conocimiento la reciente pelea en Hollywood por terminar con el machismo que discrimina y maltrata desde hace décadas a toda cineasta o actriz que quiera trabajar en esa industria. ¿Cómo es el panorama argentino? ¿Hay equidad de género en la industria de cine nacional? Hay directoras argentinas destacadas y premiadas alrededor del mundo: Lucrecia Martel es de las más renombradas y Anahí Beneri fue premiada recientemente en varios festivales internacionales por su película Alanis. Pero si se mira quiénes están detrás de cámara en el grueso de las películas nacionales, se encuentra con que el rol de dirección es ocupado por mujeres solo en el 20% de los casos. En 2017 (hasta septiembre inclusive) se estrenaron 144 películas argentinas, de las cuales 31 fueron dirigidas por mujeres, 3 fueron co-dirigidas y el resto fueron dirigidas íntegramente por varones. Se observan porcentajes similares en los rubros de Guión y Producción, mientras que, en Dirección de Fotografía, la representación femenina es todavía más baja. El único rubro que presenta un mayor porcentaje de mujeres (más del 80%) es el de Dirección de Arte, por ser una rama considerada históricamente “femenina”.
Según una recopilación, de elaboración propia, de estadísticas de egresados y egresadas de tres facultades de cine nacionales diferentes (ENERC, FUC y CIEVYC), cada año egresan prácticamente la misma proporción de mujeres y varones. Entonces, ¿qué es lo que pasa en el medio entre querer ser directora o guionista y llegar a serlo?
En la mayoría de los casos, el punto de partida y/o de consagración para un o una cineasta, descansa en el circuito de festivales; es el lugar de transición natural entre un estudiante/egresadx de una universidad de cine y unx trabajadorx de la industria. Sobre todo en un país como Argentina, que no cuenta con el caudal de dinero ni la infraestructura de la máquina hollywoodense. El otro punto de partida, y de sostenimiento a lo largo del tiempo, es el de los concursos. El INCAA y otros fondos nacionales no tienen la política de contratar jurados 50% varones y 50% mujeres —generalmente hay mayoría de varones— ni tienen certámenes específicos para incentivar la participación de las mujeres en una industria que naturalmente las discrimina.
BAFICI 2018: ¿Qué dice su catálogo acerca de su diversidad?
Para poder ver qué es lo que pasa en un festival audiovisual, se tomó como caso de estudio la reciente edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, el aclamado BAFICI. La recopilación de los datos de las películas que se mostraron en las diferentes categorías dio como resultado el siguiente cuadro:
Como se puede ver en el cuadro, ya en el pasaje de estudiante o cineasta aspirante a participante de un festival, la diferencia entre varones y mujeres es notoria. Esto es especialmente claro en Dirección de Fotografía, la rama menos equitativa e históricamente misógina: muchas postulaciones de mujeres a los puestos de asistentes de fotografía o gaffers son rechazados por considerar que tienen menos fuerza para levantar equipos de luz o cámara que los varones, pese a estar perfectamente capacitadas por formación y/o antecedentes. En la última edición de los premios Oscar, y después de 90 años, se nominó por primera vez a una mujer en la categoría que allá denominan Cinematografía. El área de producción ejecutiva, por su parte, es la más equitativa, hecho que se repite al ver el porcentaje de egresados y egresadas de la carrera de producción de la ENERC.
Al mirar las diferentes secciones se puede observar que ninguna de las películas que se exhibieron en las categorías Comedia y Nocturna tenían directoras o guionistas mujeres, mientras que en la sección Noches especiales solo una película tenía directora mujer. En Rescates, de 8 películas, sólo una tenía directora mujer: El mundo según Wayne de Penélope Spheeris. El resto, directores, guionistas, productores y directores de fotografía, pertenecían al sexo masculino. Por su parte, la sección con más paridad de género en cuanto al rol de Dirección fue la de Cortos, lo que genera algún tipo de esperanza en cuanto a las generaciones futuras ya que los cortos generalmente son hechos por estudiantes o cineastas que recién comienzan su carrera.
También se analizó el marco que rodea y da contexto al festival, que son las actividades especiales gratuitas, las participaciones internacionales y la sección Foco. En su mayoría estas actividades fueron lideradas por varones. Para hablar con datos; 51 varones lideraron las actividades gratuitas, y tan solo participaron 14 mujeres (la mitad de ellas solo moderó). De 60 participaciones internacionales, solo 17 fueron mujeres, la mayoría de Francia, Brasil y Uruguay. En la sección Foco fueron 9 artistas y solamente 2 son mujeres (Kira Muratova y Axelle Ropert).
En este análisis del 20º BAFICI se puede notar algo curioso que no se da en todos los casos pero que nos parece relevante decir: muchos varones deciden y eligen trabajar con otros varones. Ejemplo de estos casos de directores y del resto del equipo -que se relevaron en este informe; productor ejecutivo, DF, guión y dirección- donde son todos varones, fueron Isla de Perros de Wes Anderson, A tiger in Winter de Lee Kwang-Kuk o Viaje a los pueblos fumigados de Fernando Solanas.
La paridad en el cine no existe y es hora de incentivarla
La multiplicidad de miradas es esencial en cualquier tipo de arte o disciplina. La subocupación de mujeres en los roles detrás de cámara de la industria del cine genera una falta de representación de ellas en la pantalla y la consecuente falta de diversidad. Al ver una película hay que hacerse una serie de preguntas. ¿Cuál es el género de quien protagoniza la película? ¿El hombre es la mirada y la mujer es la imagen? ¿Hay cosificación de algún personaje femenino? Según un informe del sitio Un Pastiche, solo el 31,2% de los personajes protagónicos o co-protagónicos son mujeres, las cuales son en una gran parte cosificadas: las mujeres aparecen 15 veces más en vestimenta “sexy” que los varones y 3 veces más en desnudos parciales o totales que su contraparte masculina. En el caso de la comunidad LGBTIQ la representatividad es todavía peor: solamente el 1% de los personajes femeninos y 2,3% de los masculinos aparece como expresamente homosexual mientras que los personajes transgénero son casi inexistentes.
¿Porqué es tan importante igualdad de género en el mundo del cine? Ya de por sí, el ámbito del cine en Argentina pertenece a un grupo de élite liderado por varones hegemónicos. Allí, las mujeres quedan generalmente aisladas. Al igual que en otras disciplinas, al citar estas diferencias, muchos suelen acudir a la últimamente popular meritocracia, en donde la premisa es que entran los y las mejores calificados y calificadas. Sin embargo, cada año egresan en proporciones similares tanto varones como mujeres de todas las escuelas de cine. El hecho de que hoy haya directoras argentinas que ganan premios internacionales y nacionales y otras que han ocupado lugares de decisión genera una “ilusión de igualdad que niega la existencia de obstáculos para el acceso y permanencia de las mujeres en estos lugares de decisión, lo que contribuye a sostener el status quo y las dinámicas sexistas en el ámbito y no colabora en la transformación de las estructuras desiguales de las relaciones de género”.
Si los festivales son los que determinan quienes están a la vanguardia del cine y, por ende, quienes influirán generaciones futuras, es menester preguntarse quiénes son las y los que preseleccionan a los competidores. También es necesario tener en cuenta si los varones y las mujeres que eligen a las películas ganadoras de cada sección tienen perspectiva de género. ¿Tienen en cuenta la diversidad y la construcción de una nueva mirada de ver las cosas?
En este último BAFICI se puede ver que, de cinco programadores, cuatro son varones y una sola es mujer. El director artístico, Javier Porta Fouz, también es varón, hecho que se repitió a lo largo de los 20 años de historia del BAFICI. El festival nunca nunca tuvo una mujer al frente de la dirección —sus directores artísticos fueron Andrés Di Tella, Eduardo Antín, Fernando Martín Peña, Sergio Wolf y hace 3 años es Porta Fouz— . En cambio, en la conformación del jurado si hubo paridad: 11 varones y 11 mujeres fueron encargados de decidir el ganador o ganadora de cada categoría. En esta edición, entre las secciones más importantes, la competencia internacional tuvo solo una película dirigida por una mujer como ganadora (Juliana Rojas, compartiendo el premio con su co-director Marco Dutra por As Boas Maneiras) entre seis ganadores y menciones especiales; la competencia argentina fue más equitativa: la película Las Hijas del Fuego de Albertina Carri, una película realizada íntegramente por mujeres, con protagonistas lesbianas y diversas y escenas explicitas de sexo lésbico, se alzó con el premio más importante (el resto de las menciones y premios fueron para varones y mujeres por igual); por último, la Competencia Latinoamericana, tuvo todas películas dirigidas por varones como ganadoras.
Si se piensa que el BAFICI es un ámbito en el que se muestra un cine alternativo e independiente, que da un espacio para la experimentación tanto en su forma como en el que decir, quizás sea hora de que desafíe los básicos de la corriente cinematográfica y se anime a mostrar más la mirada de las mujeres y a ponerlas en lugares de decisión y poder.
Hay una creencia, no solo en el cine, sino también en la literatura y otras ramas del arte, que dice que las mujeres hacen “cosas de mujeres”. Esto no parece repetirse a la inversa: a lo largo de la historia del cine fueron los varones quienes contaron tanto sus historias como la de las mujeres, con tanto resultados buenos como nefastos, plagados de clichés que no hicieron más que reforzar estereotipos de género. Sin lugar a dudas, hay cientos de directoras, guionistas, productoras, directoras de fotografías y demás con talento para contar cualquier tipo de historia. Pero cuando se habla de ellas, la meritocracia es una falsedad. Se necesita incentivos y gente a cargo de festivales y productoras con conciencia de género para que todos y todas puedan tener las mismas oportunidades de base.