Por Martín Oliva y Delfina Schenone Sienra
El pasado 19 de octubre se realizó el primer paro nacional de mujeres, lesbianas y trans y no tardó en suscitarse la controversia sobre la participación de los varones cis comprometidos con la igualdad. Muchos de ellos autodenominados de izquierda, progresistas e incluso feministas, frente a la negativa de muchas mujeres a aceptar su participación en la marcha, hicieron oír sus voces de indignación en las redes sociales: “¿Por qué no nos dejan participar?”, “¿Por qué segregan a los hombres en la lucha por la igualdad de género?”, “¿Acaso no es una lucha de todxs?”, “Si ustedes luchan por la igualdad, ¿por qué nos discriminan?”, “¿No sería más fuerte una marcha en la que participemos todos?”…
Por esos días pudieron verse también muchas respuestas a esos comentarios, de las que participaron tanto varones cis como mujeres, de un lado y del otro de la polémica. Y las repercusiones en las redes sociales siguieron incluso varios días después de la movilización. Es que detrás de esos comentarios había algo más que meras opiniones. En esos comentarios se ponían en tensión, de una forma u otra, las ideas que se tienen sobre representación y participación política, vida pública y privada, género y trabajo (remunerado y no remunerado).
¿Cuál es el rol de los varones cis en la lucha por la igualdad de género? ¿Por qué el pedido de que no participen de la marcha generó tal indignación? ¿La única forma de participar en la construcción de un mundo menos desigual es asistiendo a una marcha? ¿Acaso no hay otras formas?, ¿O es que son menos iguales, menos importantes? En definitiva… ¿Bajo qué forma están dispuestos los varones cis a deconstruir el machismo?
Irónicamente, en más de un comentario, la participación en la marcha (vida pública) y la participación en las tareas domésticas (vida privada) aparecían como contrapuestas. Quien hace una cosa, no hace la otra. Y esto, algo de verdad tiene. Es muy fácil salir a marchar cuando en casa tenemos a una madre, una hermana, una empleada o una pareja que se queda lavando los platos o cuando no tenemos que preocuparnos por cuidar de alguien porque sabemos que otra lo hará por nosotros. Es muy sencillo posar de feminista con el trabajo doméstico ajeno.
Si los varones cis quieren realmente participar en la lucha por la igualdad, ¿por qué aparece como desdeñable el llamado a ocuparse de los trabajos domésticos y de cuidado que en la Argentina son realizados en un 76% por mujeres?, ¿por qué eso sería menos político que ir a una marcha?
Tensiones entre lo público, lo privado y lo político.
Desde la segunda mitad del siglo XX el feminismo tiene como una de sus consignas “lo personal es político”: un llamamiento a politizar aquello que permanecía privado e invisible, a visibilizar y volver público aquello que el sistema decía que debía permanecer privado. Pero, ¿qué pasa cuando politizar lo privado implica cambiar los modos en que nos relacionamos en esa “esfera doméstica”?, ¿qué pasa cuando politizar lo privado implica cuestionar nuestros privilegios? Convocar a un paro de mujeres no es excluir a los varones en la construcción de una sociedad más igualitaria, sino un llamado a repensar su participación política.
¿Qué más potente y disruptivo para el patriarcado que deconstruir las prácticas políticas masculinas tradicionales asociadas al espacio público y la visibilidad que traen aparejadas a través de prácticas tradicionalmente femeninas, privadas, invisibles y no reconocidas?
Probablemente muchos varones cis sientan que no aporta; que no combate la desigualdad. Hacer política es marchar; es manifestarse públicamente; es llevar consignas antisistema; es discutir en asambleas; es pelear convenios colectivos de trabajo; es parar una fábrica pero ¿hacer la limpieza y la comida? No, eso no. Y eso es lo que es fundamental discutir.
La importancia del hecho no radica tanto en el número de varones cis que vayan a hacer los trabajos domésticos ese día, sino en el mensaje que se transmite para el resto de la sociedad ya que habilita a otrxs a pensar que los hombres también pertenecen a la esfera privada así como las mujeres pertenecen a la esfera pública.
El 8 de marzo las mujeres, lesbianas y trans paran para mostrar que sin ellas el sistema no funciona. Se tomarán las calles para visibilizar que son la mitad de la fuerza de trabajo y que merecen la igualdad de derechos y condiciones. Sería un gran paso en la lucha por la igualdad si los varones cis se corrieran de su lugar protagónico y decidieran hacerse cargo de las tareas que les corresponden pero que no suelen asumir en la misma medida que las mujeres. Ahí radica gran parte de la desigualdad entre hombres y mujeres.
Nota: El prefijo Cis se emplea en contraposición al prefijo Trans y se utiliza para identificar a aquellas personas que no son transgénero o transexuales, es decir aquellxs cuya identidad y expresión de género coincide con el género que les asignaron socialmente al nacer.
* Martín Oliva es licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y estudiante de la Maestría en Sociología Económica de la UNSAM.
* Delfina Schenone Sienra es licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y Maestra en Ciencias Sociales por la Flacso México.
* Crédito imagen: Fabro Tranchida