Entrevista a Esther Vivas por Candelaria Botto
El libro “Mamá desobediente: una mirada feminista de la maternidad” llegó un día a mis manos. Mientras recorría los capítulos me interpelaba el reclamo de ausencia de estudios de las maternidades desde los feminismos. Es por eso que desde ese momento quería traer este tema para Economía Feminita y un gran primer paso es entrevistar a quien sembró la pregunta: Esther Vivas.
Esther es Licenciada en periodismo, con un máster en sociología, y una larga trayectoria en tratar temas de la agenda política, con una mirada crítica, feminista y con el ojo puesto en la sostenibilidad del sistema. Este artículo busca hacer una primera aproximación al tema, que pueden profundizar con su libro de Ediciones Godot.
¿Qué te llevó a escribir “Mamá desobediente: una mirada feminista de la maternidad”?
El hecho de haber quedado embarazada y tomar consciencia sobre la invisibilidad de la maternidad en el mismo seno de los movimientos sociales que aspiran a transformar este sistema, e incluso en el feminismo.
Yo, como mujer activa en estos espacios, nunca había tratado ni habíamos trabajado colectivamente el tema de las maternidades e incluso, cuando lo habíamos hecho, había sido con un carácter negativo. Era claramente un tema incómodo. A partir de aquí, decidí problematizar el hecho de que una experiencia tan central en la vida de tantas mujeres pudiera ser tan invisible en nuestros espacios. Desde entonces, empecé a investigar, reflexionar y escribir sobre el tema, desde la perspectiva feminista.
En el recorrido que hiciste estudiando la maternidad, ¿dirías que el concepto de maternidad es el mismo en Europa que en América Latina?
Está claro que hay diferencias por el contexto socioeconómico y cultural, pero me ha sorprendido cómo mi libro ha llegado a conectar con el sentir de muchísimas madres en América Latina. Esto me ha hecho tomar consciencia de cómo el sistema patriarcal y capitalista, a pesar de las diferencias de contexto, oprime y supedita la maternidad a sus intereses, tanto en España como en muchos países latinoamericanos.
Relacionándolo con el hecho de que en Argentina no contamos con la Interrupción Voluntaria del Embarazo, ¿creés que esto cambia la realidad de las madres en nuestro país?
Si, por supuesto. Esta es una diferencia y de hecho, la lucha de las mujeres en Latinoamérica por la conquista del Aborto Legal, ha sido un elemento de inspiración y de referencia para el movimiento feminista aquí en el Estado Español.
Evidentemente también hay otras diferencias, por ejemplo, en Argentina hay una ley de parto respetado cosa que en España no hay. Lamentablemente, dicha ley no se cumple. Incluso si medimos los casos de violencia obstétrica por el número de cesáreas, vemos que en Argentina el número supera a España, que no tienen ninguna ley que ampare al parto respetado. En España, nos escandalizamos con un porcentaje del 25% de cesáreas sobre el total de nacimientos, pero es que Argentina, de media, dobla esta cifra.
En Argentina, hay una mayor desigualdad de clases y esto también afecta a la maternidad. Otra cifra sustancial tiene que ver con la preocupante tasa de embarazo adolescente. Esta es una característica latinoamericana. En España quienes están teniendo más hijos son mujeres con condiciones económicas estables. En los últimos años de crisis económica, que viene arrastrándose desde el 2008, las mujeres más precarizadas están posponiendo su maternidad por no contar con los recursos para poder llevar adelante la crianza. Esto no sucede en Argentina, aunque estoy segura de que hay una clase profesional liberal, con más recursos, que estaría también posponiendo la maternidad y esto puede tener efectos en su fertilidad futura, como sucede en España.
Vemos que hay similitudes y diferencias. La maternidad está sometida a la lógica patriarcal y capitalista pero hay diferencias que se adecuan a las características socioeconómicas.
Como feministas creo que estuvimos mucho tiempo, y seguimos estando, tratando de corrernos del modelo único de feminidad que iguala ser mujer a ser madre. Esta idea, completamente biologicista, de que no serías una mujer completa hasta ser madre. En este sentido, y con esta lucha que en muchos casos seguimos dando, ¿creés que hay una disputa a dar dentro del feminismo desde las maternidades?
Es importante aclarar que la maternidad patriarcal no nos representa. Es una maternidad que está en contra del derecho a decidir de la mujer, que considera la crianza una responsabilidad exclusivamente femenina. Es una maternidad individual que la supedita al mundo privado, al hogar. Es un modelo de maternidad que hay que erradicar. Por contra, hay que reivindicar una maternidad en clave de derechos, en clave feminista.
Tenemos que mirar a la maternidad con menos prejuicios. La maternidad real es otra cosa. No se puede rechazarla ni ignorarla, pues es una experiencia central para muchas mujeres, y que es vivida en positivo, en la gran mayoría de los casos, cuando es una opción deseada. La maternidad es un campo en disputa con el patriarcado y el capitalismo.
Las mujeres madres viven la maternidad con mucha culpa porque los modelos que se establecen son los funcionales al sistema y nunca llegamos a ser esa madre que “todo lo puede”. Hay que desenmascarar el mito de la madre perfecta y es necesario construir otras maternidades desde el feminismo. Si no son los feminismos los que reivindican una licencia por maternidad que vaya más allá de los escasos 3 meses, ¿quiénes lo van a hacer? Es una cuestión de derechos, que se pueda tomar la decisión más allá del deseo individual. Si no tenemos derechos garantizados en relación a la maternidad, a un parto respetado, a una licencia materna compatible con la lactancia materna…, esta se convierte en un privilegio de clase. Hay que defender la maternidad en clave de derechos, sin idealizarla pero sí valorizando su rol central para la reproducción de nada más y nada menos que la especie humana.
Pensando en las críticas feministas a la institución familiar. ¿En qué sentido usás el concepto de la maternidad como responsabilidad colectiva?
Por un lado, hay que mirar a la maternidad desde una perspectiva política, entendiendo que la maternidad viene muy determinada por el contexto socioeconómico en el que estamos. La maternidad pareciera ser una cuestión que se resuelve individualmente, pero en realidad, viene condicionada por un mercado de trabajo que es hostil para las mujeres y más aún a la experiencia materna. La maternidad está atravesada en las relaciones de género, pues no solo no está valorada socialmente y se la invisibiliza, sino que también viene atravesada por desigualdades de clase. No viven la misma experiencia materna una mujer de clase media, profesional liberal, que debe ver cómo compatibilizar las dos jornadas laborales, y una mujer de clase baja que se pregunta cómo llevar un plato de comida a su casa todos los días. A su vez, podemos ver en los datos que la violencia obstétrica se ejerce en mayor medida hacia mujeres racializadas.
En este gráfico se observa cómo las madres destinan su tiempo a trabajos remunerados, domésticos, de cuidado y servicio a la comunidad en simultáneo mientras los padres se dedican casi exclusivamente al trabajo remunerado.
(Fuente: “Hacia la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado”, INDEC Junio 2020).
El reto está en plantear la maternidad como responsabilidad colectiva. No es que las mujeres tengamos un instinto de cuidado que no tengan los varones. Es una responsabilidad de toda la sociedad. Como lo es el cuidado, la naturaleza. Son elementos esenciales para el futuro de nuestra sociedad. La maternidad, el cuidado y la crianza se deben desfeminizar.
¿Cúal es tu posición ante el salario o ingreso para las que se llaman amas de casa?
Hay que valorar el trabajo de cuidado y de crianza, es necesario que los padres se maternicen en este trabajo. En relación a la remuneración,¿hasta qué punto remunerar la crianza no nos encierra en el hogar? Por parte del Estado se debe garantizar licencias por maternidad para poder acompañar la lactancia de las criaturas y la jornada laboral debería reducirse drásticamente, pero remunerar el trabajo materno yo creo que es un riesgo.
A quienes llegaron hasta este punto de la nota les recomiendo fervientemente la lectura de “Mamá desobediente: una mirada feminista de la maternidad”, para que entre todes pensemos como construir nuevas maternidades feministas.