Por Lucía Espiñeira y Mora Vinokur
Ante un recorte sistemático a las políticas de igualdad de género en general, y a las menstruales en particular, este 28M, día del activismo menstrual, reforzamos el compromiso feminista por un horizonte de igualdad a lo largo de toda la vida.
En 2022, un equipo de investigadoras liderado por Verónica Giordano, docente e investigadora de la UBA y el CONICET, se acercó a la campaña #MenstruAcción con una premisa clara: la menopausia sigue siendo un tabú y es imprescindible que, al hablar de menstruación, también se incluya esta etapa del ciclo vital, reconociendo las experiencias y necesidades que surgen durante ese tránsito.Desde entonces, ambos equipos trabajamos en conjunto para pensar la salud menstrual de forma más integral, incorporando la menopausia como una etapa clave en la experiencia de quienes menstrúan.
Tanto la menstruación como el tránsito hacia la menopausia se encuentran atravesados por mitos, estigmas y desigualdades. Incorporar la menopausia al campo del activismo menstrual permite abrir espacios de diálogo intergeneracional para pensar nuevas políticas públicas que garanticen el derecho a una vida que merezca la pena ser vivida en todas sus etapas. Más allá del contexto adverso actual, es importante reconocer el camino recorrido y visualizar todo lo que nos falta para la construcción de una sociedad más igualitaria.
La genealogía de #Menstruacción
En marzo de 2017, Ecofeminita marcó un hito para los activismos menstruales de Argentina y la región: la conformación de la campaña #MenstruAcción. Con sus tres reclamos básicos (la quita del IVA, la provisión gratuita de productos de gestión menstrual y la producción de datos y difusión de información al respecto) la campaña trabaja por poner sobre la mesa del debate público las dimensiones política y económica de un proceso históricamente individual, moral, privado e incómodo.
Durante el Primer Paro Internacional Feminista, la campaña brotó en el marco de la marcha del 8M de ese 2017, motorizada por la colecta de productos de gestión menstrual para su posterior donación. Las identificadas con la causa llevaban cintas de color bordó para que se supiera dónde se recibían esas donaciones.
Aunque la campaña tuvo su origen un 8 de marzo, a nivel global el 28 de mayo —Día Internacional de la Acción Global por la Salud de las Mujeres— es la fecha asociada a la menstruación. Desde entonces, cada 28M se convirtió en una jornada activista para la menstruación en Argentina en la búsqueda de un acceso más igualitario a los productos de gestión menstrual y la formación popular en la temática.
Poco tiempo después, llegaron los proyectos de ley. #MenstruAcción no buscaba ser una campaña asistencialista; más bien, todo lo contrario. La incidencia en políticas públicas fue una pata necesaria de una campaña que ve al Estado como el principal garante de los derechos vinculados a la menstruación y que, además, la ubica en el campo de la salud pública.
En 2019, la campaña publicó un material educativo de descarga gratuita: ESImportante hablar de menstruación, que complementa a la ESI en su mirada menstrual y es de libre disponibilidad para facilitar su acceso tanto en Argentina como en la región. El objetivo es brindar herramientas para hablar de la menstruación en el aula. El material fue elaborado con un equipo especializado, con la intención de llevar el debate, la ciencia y la perspectiva feminista a todo el país a través de los y las docentes, y con el objetivo de formar individuos que no sientan vergüenza de sus cuerpos ni estigmaticen a los demás, entendiendo que la sexualidad es parte de la identidad y del ejercicio de los derechos humanos.
Lo novedoso del abordaje de #MenstruAcción, en un país que ya tenía tradición en el activismo menstrual, fue la preocupación por el costo económico de este proceso. La falta de dinero para conseguir productos diseñados para gestionar el sangrado puede derivar en problemas de salud. A esta carencia material, que se inscribe en un crisol de múltiples faltas materiales y simbólicas que atraviesan los hogares en nuestra región, se la llama pobreza menstrual. Este término, importado del activismo anglosajón, ha sido revisado como desigualdad menstrual por nuestra campaña. En América Latina, el concepto de desigualdad económica refiere a un carácter material mucho más estructural que inmediato, lo que permite una mayor profundidad en el análisis y las soluciones posibles. En esta intersección entre género y clase, la lectura económica de la menstruación no solo permite quitar el velo y el tabú que cubren al tema, si no que además otorga una oportunidad concreta de mejorar la vida y su reproducción, empezando por las poblaciones más vulneradas.
Es así como, en 2019, se publicó el primer cálculo anual del costo de la menstruación, basado en la web oficial de Precios Claros (tras haber ensayado algunos proto-cálculos menos robustos). Desde entonces, el costo anual individual de la menstruación se actualiza semestralmente, todos los marzos y septiembres, con costos por unidad de toallitas y tampones calculados para cada provincia argentina y ponderados según la cantidad de personas menstruantes que habitan en cada una de ellas.
También se desarrolló una calculadora para estimar el propio costo individual de la gestión menstrual. Este costo, independientemente de si su magnitud es alta o baja para cada sector de la sociedad, funciona como una herramienta de visibilización de aquello que hasta hace poco no era evidente: la gestión de la menstruación cuesta dinero, este gasto es necesario para reproducir la vida, y recae asimétricamente sobre las personas menstruantes.
Durante la pandemia, la campaña tuvo su consigna: “En cuarentena seguimos menstruando”. En un contexto en el que la sanidad y la higiene eran el centro de nuestra subsistencia, la campaña señalaba que no solo faltaban donaciones de lavandina y jabones antibacteriales, sino también toallitas y tampones para quienes no podían costearlos por la falta de ingresos corrientes que generaron la pandemia y la cuarentena en algunos sectores de la sociedad. En articulación con La Poderosa se recaudó dinero para esta finalidad durante mayo, el mes del activismo menstrual. Al mismo tiempo, Seda Boutique, emprendimiento parte del Club Ecofeminita, diseñó por primera vez su ya hoy tradicional campaña de donación de toallitas de tela (por cada pack de tres toallitas compradas por una clienta, una sería donada a un espacio que las necesitara).
Las redes activistas virtuales de los años pandémicos también trajeron la conformación de AMRed, una red de activismos menstruales que nucleaba a varias organizaciones trabajando por la misma causa, desde distintas aristas. Ambiente, educación, salud, situación de calle y economía son dimensiones que se superponen al analizar la problemática menstrual, y que gracias a este colectivo pudieron visibilizarse de la mano, en un contexto en el que la institucionalización de los feminismos espejaba al activismo dentro de la casa rosada y el congreso.
Esta cronología nos lleva al presente. Hace algunos años, la campaña #MenstruAcción funciona de inspiración para un proyecto académico-activista centrado en la menopausia y el climaterio. ¿Qué hitos de la campaña de Ecofeminita tiene su eco en dicho proyecto?
Desde la menarca y hasta la menopausia
En las campañas de sensibilización sobre menstruación suele abordarse el período de la vida «desde la menarca» y «hasta la menopausia». Sin embargo, gran parte del tránsito hacia la menopausia ocurre mientras las personas aún menstrúan, ya que, en los años previos a la menopausia (ese día en el que el cuerpo atraviesa la menstruación por última vez), pueden aparecer algunos cambios en el cuerpo. Este período de mayor duración se conoce como climaterio, un proceso que abarca tanto la etapa previa (perimenopausia) como la posterior a la menopausia (postmenopausia).
Entonces ¿por qué no pensar el ciclo vital desde una perspectiva intergeneracional? ¿Por qué no hablar de menopausia cuando hablamos de menstruación?
Frente a este interrogante nació el proyecto “Un día en la vida: visibilización de la menopausia en la menstruación. Recursos prácticos para un abordaje integral del cuidado de los ciclos vitales”. Ecofeminita ya había tenido un primer acercamiento a esta temática en una publicación realizada en colaboración con No Pausa, una organización dedicada a visibilizar, informar, y acompañar la calidad de vida de las personas que transitan el climaterio.
La iniciativa surgió a partir de una experiencia personal de Giordano. Frente al silencio que rodea este tránsito vital, un silencio sobre el cual se construyen mitos, estigmas y desinformación, se impulsó una investigación centrada en la premisa de que la menopausia sigue siendo un tabú. Hablar de menopausia y climaterio mientras las personas aún menstrúan es fundamental, ya que muchos de estos estigmas tienen su origen en los prejuicios históricamente asociados a la menstruación, los cuales afectan la vida de muchas mujeres y personas menstruantes.
Al igual que ocurre con la menstruación, la invisibilización de la menopausia refuerza desigualdades que afectan a muchas mujeres y personas menstruantes. Así como existen construcciones sociales sobre el cuerpo de las mujeres que lo identifican y reducen a la función reproductiva, también existen construcciones sociales de la menopausia que la asocian a la enfermedad, la discapacidad, la vejez y la muerte.
Además de ser un fenómeno fisiológico, la menopausia es también un hecho social, cuyas manifestaciones y sentidos varían según el contexto geográfico, cultural e histórico. Por eso, su abordaje requiere una perspectiva situada desde las ciencias sociales, que permita comprender cómo se construyen sus significados y cómo estos impactan en la vida cotidiana de quienes la transitan.
Inspiradas en la campaña #MenstruAcción, el proyecto se propuso la creación de un mapa interactivo que visibilice las iniciativas legislativas vinculadas a la gestión de la menopausia y el climaterio; una aplicación para calcular los costos que implica este proceso, tanto en términos de bienes y servicios como del tiempo requerido para su gestión; y la incorporación de contenidos sobre menopausia a materiales educativos de uso libre y gratuito para trabajar en las aulas, en el marco de la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), vigente a nivel nacional desde 2006.
Visibilización de la menopausia y el climaterio en la menstruación
Para iniciar la investigación, el equipo de Giordano se propuso explorar el conocimiento disponible hasta el momento sobre la menopausia y el climaterio. Con ese objetivo, se llevaron adelante seis rondas de entrevistas grupales en formato de conversatorio con profesionales de diversas áreas: médicas de familia, psicólogas, psiquiatras, trabajadoras sindicales, diputadas, artistas, docentes, periodistas, trabajadoras sociales y abogadas. Todas ellas abordan alguna dimensión del tema desde su campo profesional, pero principalmente desde el deseo de comprender su propia experiencia. Entre los principales temas que surgieron, se destacó la falta generalizada de información con la que muchas personas llegan a esta etapa del ciclo vital, así como la presencia de numerosos mitos y estigmas que cargan negativamente el tránsito hacia el climaterio y la menopausia. En esta nota que se publicó en Ecofeminita hay un análisis más detallado de las entrevistas.
Luego, se realizó un relevamiento de legislaciones sobre el climaterio y la menopausia en Argentina, América Latina y otras regiones del mundo. Reino Unido se destaca como pionero en la problematización de la menopausia, seguido por Irlanda y España, que han avanzado con marcos normativos significativos. En América Latina, Uruguay y Chile cuentan con legislación vigente, mientras que en países como Argentina y México existen proyectos en debate. Este relevamiento permitió constatar que la menopausia es un fenómeno cuya visibilización pública es reciente a nivel global.
En paralelo, el equipo UBA–CONICET llevó adelante un trabajo en territorio con el apoyo del (ex) Ministerio de Educación de la Nación (hoy Secretaría por decisión del gobierno nacional), para ofrecer talleres con mujeres de entre 30 y 65 años. Los talleres son espacios de reflexión crítica para poner palabras ahí donde hay silencio, trabajar sobre los estigmas que se construyen en esos silencios, y promover una comprensión más profunda de las desigualdades que atraviesan el tránsito hacia la menopausia.
En 2024, en el marco de los talleres, el equipo UBA-CONICET y Ecofeminita llevaron adelante una actividad conjunta en la Universidad Nacional de La Pampa, en el contexto del 28M. En la actividad se trabajó a partir de una rueda del ciclo vital como herramienta para promover el diálogo intergeneracional y compartir experiencias, temores y estigmas que emergen de distintas (o iguales) formas a lo largo de la vida.
Mayo 2024. Taller “Salud y Autonomía de las mujeres en momentos críticos del ciclo vital: menstru- menopausia y ligadura tubaria” dictado por Veronica Giordano y Mora Vinokur, del equipo UBA – CONICET, y Lucía Espiñeira, Coordinadora de la campaña #MenstruAcción. Universidad de La Pampa.
Luego, para la elaboración de materiales que pudieran ser utilizados en el marco de la implementación de la Ley de ESI, se utilizaron tanto las entrevistas realizadas como la encuesta específica sobre experiencias de climaterio y menopausia. Se trata de una encuesta en formato online, difundida durante los talleres, cuya muestra no es representativa.
El objetivo fue relevar las diversas formas en que se transita esta etapa: si las personas habían hablado del tema y con quién, qué ideas previas tenían, qué inquietudes tienen en torno a esta etapa, qué productos de gestión climatérica utilizan, si consultan con especialistas en salud, qué tipo de experiencias han tenido en ese ámbito, qué estudios o prácticas médicas realizan, y qué costos, en términos de tiempo y dinero, implica todo este proceso, entre otros aspectos. Con toda esta información, se elaboró un material pedagógico para abordar la ESI con perspectiva de edad.
Actualmente, ambos equipos están trabajando en conjunto para desarrollar una calculadora del costo de la menopausia, tomando como referencia la calculadora del costo de la menstruación elaborada por Ecofeminita. El objetivo es visibilizar y medir tanto el gasto en dinero como la cantidad y calidad del uso de tiempo que implica la menopausia.
Menopausia y climaterio: la invisibilización de las (no tan) viejas
La falta de información y discusión pública sobre el climaterio y la menopausia contribuye a la reproducción de estereotipos acerca de quiénes transitan estas etapas del ciclo vital. En general, se asocia menopausia con vejez, equiparando las experiencias y necesidades de personas de entre 40 y 50 años con las de quienes tienen entre 60 y 70. Si bien, en promedio, la menopausia se alcanza alrededor de los 50 años, los primeros signos de la perimenopausia pueden aparecer ya a partir de los 40.
Además, existen casos de menopausia temprana, antes de los 40 años, vinculados a factores como el estrés, tratamientos médicos, condiciones genéticas o incluso sin una causa identificable.
Ecofeminita ya caracterizó largamente al sujeto de la menstruación (en realidad, a las mujeres, ya que el resto de las personas menstruantes que no se identifican como mujeres no cuentan con datos que permitan caracterizar su situación socioeconómica): las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que sus pares varones; 69% de las personas que realizan tareas del hogar son mujeres (frente a un 31% de varones); se insertan en trabajos peor pagos y más informales como el servicio doméstico (95% mujeres); tienen mayores tasas de subocupación y desocupación, mientras su tasa de actividad se ve restringida por las obligaciones de cuidado que cargan. En este escenario se inserta el gasto asimétrico de la menstruación sobre estos cuerpos, que además de ganar menos y trabajar más para la reproducción, deben gestionar su menstruación
Por esto, el equipo de Giordano se propuso caracterizar al sujeto de la menopausia (o, al menos, a las mujeres de la menopausia): ¿participa del mercado laboral?, ¿en qué condiciones?, ¿tiene responsabilidades de cuidado? Para ello, se utilizaron datos de la EPH Total Urbano (IIIT 2024) y de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (2021) ambas del INDEC. Para realizar el análisis, se segmenta a la población en cuatro grupos: mujeres jóvenes y adultas jóvenes (14-39), mujeres en edad de climaterio (40-60), varones jóvenes y adultos jóvenes (14-39) y varones adultos (40-60). Además, se complementa este análisis con la información obtenida en la encuesta sobre experiencias de climaterio y menopausia elaborada por el equipo.
Uno de los principales hallazgos muestran que las mujeres en climaterio cargan con responsabilidades de cuidados tanto de infancias (hasta 13 años) como de personas mayores, lo que caracteriza esta etapa como una edad “sándwich”, atravesada por ambas cargas. La menopausia, entonces, ocurre en un momento vital fuertemente condicionado no solo por las necesidades de cuidado propias derivadas de los cambios en el cuerpo, sino también por las demandas de cuidado hacia otrxs.
Sobre este punto, en el análisis de la encuesta que se aplicó en la investigación, han surgido elementos que requieren mayor profundización. Al cuidado de adultos mayores del entorno afectivo (no necesariamente madre o padre) se suma la cuestión del tiempo de duelo por la muerte de un ser querido. Por la edad de climaterio y por la extensión de la expectativa de vida en los últimos años, la menopausia suele coincidir con la muerte de adultos mayores del entorno afectivo. Específicamente sobre la muerte de madre o padre se dice que a partir de los 40 años las personas atraviesan la edad de “orfanar”.
En cuanto a las trayectorias laborales, en la encuesta apareció una mención frecuente a la sobrecarga laboral, que puede estar asociada a la situación de pluriempleo (personas que declaran tener más de un trabajo), en un contexto en el que además pesa sobre ellas la sobrecarga de responsabilidades de cuidado.
En efecto, las mujeres en edad de climaterio presentan una tasa de pluriempleo considerablemente más alta (17,0%) que las mujeres jóvenes y adultas jóvenes (10,4%). Esta diferencia puede estar relacionada con una mayor carga de cuidados, ya que, como se mencionó previamente, es frecuente que las mujeres de 40-60 años tengan personas a cargo (tanto hijos/as como nietos/as y/o personas adultas mayores), lo cual implica una necesidad mayor de generar ingresos para sostener económicamente a quienes dependen de ellas. En contraste, los porcentajes de pluriempleo disminuyen entre los varones adultos (8,5%) y aún más entre los varones jóvenes y adultos jóvenes (7,7%).
Esta brecha también refleja cómo las trayectorias laborales de las mujeres están marcadas por una dedicación histórica al trabajo no remunerado, lo que limita su tiempo disponible para formarse o para insertarse en empleos estables y de tiempo completo. En muchos casos, las mujeres acceden al mercado laboral en condiciones de mayor flexibilidad, trabajos por horas o de tiempo parcial, que les permitan compatibilizar las responsabilidades domésticas y de cuidado con el trabajo remunerado. El pluriempleo es una expresión de esta realidad: la necesidad de combinar múltiples empleos de baja carga horaria y baja remuneración para poder alcanzar un ingreso que sea suficiente.
Estas formas precarias de inserción laboral tienen consecuencias concretas. Mientras que la tasa de informalidad alcanza el 30,8% entre las mujeres en edad de climaterio, en los varones del mismo rango etario es del 25,8%, lo que genera una brecha de 5%. Esta situación implica que muchas mujeres no cuentan con cobertura médica ni realizan aportes previsionales. La falta de cobertura de salud puede limitar el acceso gratuito a estudios y prácticas médicas necesarias durante la transición hacia la menopausia, afectando sus condiciones de salud o generando gastos que no siempre pueden afrontar. Por otro lado, la ausencia de aportes previsionales compromete su derecho a una jubilación futura.
Además, la informalidad implica no contar con licencias médicas, lo que limita la posibilidad de atender las necesidades de salud, exponiendo a muchas mujeres a la pérdida de ingresos o incluso del empleo. Tal como muestra el estudio de Conti, Ginja, Persson y Willage (2025), los ingresos de las mujeres caen, en promedio, un 10% en comparación con el año previo al diagnóstico de menopausia. Esta disminución se explica tanto por la reducción de horas trabajadas como por salidas tempranas del mercado laboral.
Menstru-Menopausia: todavía queda mucho por hacer
A partir de una experiencia personal de la Dra. Giordano —como ha ocurrido con tantos momentos clave en la historia de los feminismos, donde lo personal se vuelve político—, #MenstruAcción fue “replicada” como en sus inicios.
La campaña busca hoy poner en el centro a las personas menstruantes y personas en edad de climaterio, cuyas trayectorias están marcadas por desigualdades acumuladas, por exigencias de cuidado, por condiciones laborales precarias, y por una salud muchas veces desatendida. Desde esta perspectiva, #MenstruAcción continúa su camino como un activismo feminista horizontal, que reconoce el trabajo académico, territorial y colectivo y que se propone tejer nuevas alianzas para ampliar derechos.
En este nuevo 28M, la campaña se propone tender puentes hacia más y mejor información, comunicación e incidencia en torno a los derechos de quienes transitan la menopausia. Porque hablar de menopausia cuando hablamos de menstruación es hablar de justicia social, de salud pública, y de bienestar integral. También es abrir una conversación intergeneracional, donde las experiencias se comparten, se resignifican y se transforman a lo largo del tiempo. Escuchar a quienes ya atravesaron esta etapa, dialogar con quienes la transitan hoy y generar herramientas para quienes la enfrentarán en el futuro, es parte del mismo compromiso feminista por una vida vivible en todas sus etapas.