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El costo de menstruar en primera persona

Abr 13, 2022 | Ecofemidata, MenstruAcción, Notas, Salud

Foto: Efecto Cocuyo

Por Micaela Robles

Menstruar no significa lo mismo para todes. Se trata de un gasto de primera necesidad que no es optativo para cuerpos menstruantes, por lo que acceder a los productos se convierte en un desafío para personas en situación de vulnerabilidad. Eso lo transforma en un factor de desigualdad, que se suma a la diferentes violencias que vivimos día tras día.

Según el nuevo informe de Ecofemidata, “¿cuánto cuesta menstruar?”, el precio promedio a nivel nacional por unidad de las toallitas en el mes de marzo de 2022 fue de $17,10, mientras que los tampones ascendieron a $18,57 por unidad. Considerando un promedio de 13 ciclos al año y 22 productos por persona, esto representa un costo anual por persona promedio de $4.890 usando toallitas y $5.311 con tampones.

Pero detrás de esos números, hay millones de personas menstruantes que viven en carne propia esa dificultad para acceder a los productos. Para conocer más sobre esa realidad dialogamos con referentes de La Garganta Poderosa, organización barrial que tiene presencia en más de 100 villas a nivel latinoamericano, quienes relataron de primera mano cómo estos gastos obligatorios impactan en su vida, el activismo menstrual presente en la economía popular, por qué es importante romper el tabú y más. 

En primera persona

“La realidad es que las mujeres en los barrios populares no pueden acceder a los productos de gestión menstrual por la situación económica en la que se encuentran -afirman y siguen-. Se vuelve un privilegio la menstruación, entonces es algo quizás de renegar cuando nos llega porque sabemos lo que nos va a esperar. Esos tres o siete días de sangrado en los que tenemos que sentirnos sucias, sentirnos que quizás no valemos nada por no tener dinero para poder comprar un paquete de toallitas y tener que usar cosas de la basura”.

Según analiza el área de datos de Ecofeminita, los aumentos de precios sufridos por estos productos se ubican durante el último semestre por debajo del nivel general de inflación (IPC) y de la categoría Salud dentro del índice, pero muestran una clara aceleración en el último semestre, especialmente por parte de las toallitas que superaron a los tampones en este último período.

Hoy en día el cobro mensual de una Asignación Universal por Hijx es de $5100, el 80% del total de la asignación ya que el 20% restante se cobra anualmente luego de presentados los papeles de escolarización y sanidad al día. Por lo tanto, el gasto anual en productos de gestión menstrual es mayor al cobro de un mes de la asignación. Esto para el caso de que haya sólo una persona menstruante en el hogar, si son más entonces los gastos aumentan pero los ingresos siguen congelados. 

Para contextualizar estos datos estructuralmente, es importante entender que las mujeres son mayoría entre les desocupades en Argentina: según el informe “La desigualdad de género se puede medir”, las tasas de desocupación y subocupación son mayores para las mujeres, quienes perciben un 28,4% de ingresos inferiores; además, el 72% están a cargo de las tareas domésticas y de cuidado históricamente feminizadas.

Este panorama se recrudeció con el paso de la pandemia y la crisis económica, por lo que muchas personas en situación de calle menstrúan en condiciones de precariedad que ponen en riesgo su propia salud: “Realmente acceder a productos de gestión menstrual con la situación económica en la que estamos pasando y el desempleo en los barrios populares es muy difícil. Somos mujeres empobrecidas, muchas sin trabajo y con muchos niños, por lo cual deciden no comprar productos de gestión menstrual pero sí comprar alimentos para poder alimentar a sus niños”, explicaron desde La Poderosa.

“Esto hace que ellas usen trapos, diarios, quizás un pedazo de revista y también ese es un gran problema porque la vecina usa esas cosas para no manchar su ropa pero no está viendo en dimensión con lo que se puede encontrar el día de mañana, porque quizás el trapo o el diario lo levanta del piso y se lo coloca en una parte muy delicada de nuestro cuerpo donde eso puede generar una gran infección y eso puede ser más riesgoso para su vida. Tampoco tenemos acceso al sistema de salud, por falta de profesionales, de turnos, de equipamientos de los centros de salud o incluso tenemos los hospitales a 35 kilómetros de distancia”, ampliaron.

Según el relevamiento que realizaron desde el Observatorio Villero, creado para generar estadísticas de las problemáticas de los barrios populares, 6 de cada 10 mujeres no pueden acceder a productos de gestión menstrual por el costo económico que eso genera. Frente a esto el año pasado inauguraron una cooperativa textil Amankay en la Villa 20 de Lugano, donde varias compañeras organizadas confeccionan toallitas de tela.

Foto: La Garganta Poderosa

“Lo vemos muy reflejado cuando entregamos los kits de salud para madres y primeras infancias de La Poderosa, ya que dentro de esos kits hay toallitas femeninas, y lo primero que nos dicen es que millones de veces tienen que tomar la decisión de si compran pañales o compran toallitas. Se suma a eso cuando dependes de la economía de un varón, y tenés que decirle ‘necesito plata para el arroz, la carne y toallitas femeninas’”, consideraron.

Asimismo debemos tener en cuenta la estigmatización que existe alrededor de la menstruación, la falta de visibilización e información del tema a nivel social, cultural y escolar que perpetra mitos y tabúes: “Falta educación, ya que se sigue creyendo que manchar la ropa con sangre, cuando se trata de un ciclo natural. No se sabe que es la menarca, mancharse es símbolo de vergüenza. Dejamos de ir a trabajar a los turnos médicos, por no tener productos de gestión menstrual. Las nenas, cuando van a la escuela y tienen que dejar de ir por no tener toallitas femeninas, eso impacta muy fuerte en su educación”.

La fuerza de la lucha y la ola roja

Contra esa situación luchan los diferentes activismos menstruales, “la marea roja” que se encarga también de investigar y publicar cifras oficiales sobre el  “impuesto rojo”. En esta nota te contamos cómo el activismo menstrual está cambiando la política en todo el mundo.

Para eso desde la organización acompañan desde lo informativo, distribuyen kits productos de gestión menstrual para las familias, y gestionan la entrega con los organismos de géneros o centros de salud de los barrios. “La menstruación en los barrios se habla muy poco. Somos una de las organizaciones que instaló el tema en nuestras asambleas”, indicaron.

“Nuestro feminismo villero lo hacemos a diario y luego aprendemos en colectivo qué es lo que significa. Por eso le decimos el feminismo de las ollas, somos las que sostenemos la triple jornada laboral en los barrios, incluyendo el trabajo comunitario, que nunca se mide. Al feminismo de clase media le agregamos todas las demandas de nuestros barrios”, relató Marta Gómez, integrante de La Poderosa del Barrio Constitución de San Rafael.

En Ecofeminita diseñamos una app para que puedas estimar tu gasto anual según la regularidad de tu ciclo menstrual y los productos utilizados. Los gastos están calculados a partir del precio medio por unidad de los productos de cada marca, a partir de la página web de Precios Claros. También desde 2017 llevamos adelante #MenstruAcción, una campaña en la que exigimos políticas públicas concretas como la quita del IVA y la provisión gratuita de estos productos, así como mayor investigación y elaboración de datos al respecto. Podés sumarte acá.

Además, en 2020 junto a La Garganta Poderosa realizamos la colecta “En cuarentena seguimos menstruando” logramos juntar más de $200.000 para la compra de productos de gestión menstrual para la organización barrial. En 2021 logramos casi $80.000 en donaciones, en el marco de Mayo Menstrual.

Las redes como lucha y resistencia. “Es acceder a derechos que el Estado nos está quitando. Todas las problemáticas actuales de todas mis vecinas hoy me atraviesan un montón porque las entiendo, las escucho, las veo y eso se lo debo al feminismo”, confesó Yohana Beltrán, activista del Barrio Bosco II de Santiago del Estero, mientras que Liz Soto, del barrio San Juan Bautista de Formosa, finalizó: “Debemos instalar estos temas en los barrios y poder entender el porqué es importante visibilizar el trabajo que hacemos”.

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