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Kill Gap: Vol 1

Abr 11, 2022 | Ecofemidata, Economía/Política, Notas

Por el equipo de EcoFemiData

El 9 de abril fue el día del pago igualitario en Argentina. Los últimos informes publicados por EcofemiData en base a datos del INDEC arrojan que la diferencia entre los ingresos de varones y mujeres es del 28,4%, cuando se compara la totalidad de los ingresos de unos y otras. Cuando hacemos doble click y comparamos únicamente  los ingresos de las ocupaciones principales en el mercado de trabajo, se obtiene la brecha salarial, que es del 26%. Sabemos que estas diferencias se deben, en gran parte, a que las mujeres suelen dedicar menos horas que los varones al trabajo remunerado ya  que se ocupan en mayor medida de las demandas de cuidado. Otros factores relevantes que entran en juego cuando queremos explicar esta desigualdad son la segregación horizontal y vertical (las apodadas “paredes y techos de cristal”), que señalan el hecho de que las mujeres están concentradas en ocupaciones de menor remuneración y en jerarquías más bajas.

Esta brecha salarial también se puede analizar a la luz de distintas especificidades, tales como el nivel educativo de lxs trabajadorxs y la rama productiva en la que se insertan. Para dar un ejemplo, comparando solamente a profesionales varones y mujeres, la brecha supera el 30%. O sea que tener un nivel educativo mayor, no implica necesariamente mayor igualdad. A su vez, el análisis se puede poner más fino: no será igual la brecha que presenten un investigador y una investigadora postdoctorales en Ciencias Sociales, que la que exista entre un varón y una mujer con licenciatura en Ciencias Químicas que trabajan en un laboratorio farmacéutico. Ahora bien, ¿cómo empieza a gestarse esta segregación horizontal en el ámbito de la educación superior? ¿qué dinámica adopta luego en el mercado de trabajo? 

La reciente base de datos del sistema Araucano publicada por el Ministerio de Desarrollo Productivo nos brinda información, para el período 2019-2021, sobre las personas que se graduaron de carreras universitarias entre 2016-2018 y nos permite responder estas preguntas. Al igual que sucede con los datos sobre el mercado de trabajo, estos también presentan una desagregación binaria del género. Mientras que por esa razón el análisis se acota a la distinción entre varones y mujeres, bregamos por la incorporación y reconocimiento de la población trans-travesti-no binaria en las estadísticas oficiales.

Elección de carrera universitaria: Qué tenés que ser cuando seas grande

Para las futuras profesionales, un momento clave de la segregación horizontal se evidencia  en la educación superior. Allí, las mujeres tienden a elegir carreras asociadas a tareas estereotípicamente femeninas (es decir, relacionadas a tareas de cuidado). En función de la evidencia disponible, puede señalarse que las carreras más feminizadas son aquellas enmarcadas en las Ciencias Humanas y de la Salud, en las que aproximadamente tres de cada cuatro personas graduadas son mujeres. La elección de estas carreras puede explicarse tanto a partir de la educación que reciben las mujeres a lo largo de su vida en torno a los comportamientos y roles sociales que deben adoptar, como también en función de las características de las condiciones de empleo y trabajo vinculadas a cada disciplina. 

Nota: Ciencias Aplicadas incluye carreras como: Ingeniería, Industrias, Arquitectura y Diseño, Informática y Ciencias Agropecuarias. Ciencias Sociales incluye carreras como: Economía y Administración, Derecho, Ciencias de la Información y de la Comunicación, Sociología, Antropología y Servicio Social. Ciencias Básicas incluye carreras como: Biología, Química, Matemática y Física. Ciencias de la salud incluye carreras como: Paramédicas y Auxiliares de la Medicina, Medicina, Veterinaria, Odontología y Sanidad. Ciencias Humanas incluye carreras como: Educación, Psicología, Letras e Idiomas, Artes e Historia.

Esta configuración delimita luego la inserción laboral de las mujeres, dando como resultado su sobrerrepresentación en ciertos sectores de la economía. En particular, pueden señalarse las 5 disciplinas más y menos feminizadas entre aquellas disponibles en la base de datos. Mientras que las mujeres son mayoría en carreras manifiestamente asociadas a tareas de cuidado -a través de la enseñanza y el cuidado de la salud-, o en disciplinas dedicadas al estudio de las relaciones e instituciones sociales, los varones se concentran en disciplinas vinculadas a las Ciencias Exactas y su aplicación en los sectores productivos de la economía con mejores remuneraciones. El hecho de que las mujeres sistemáticamente elijan disciplinas de estudio que responden a los estereotipos que describen a su forma de pensar como más vinculada a lo social y emocional en detrimento de lo lógico y racional -o directamente se vinculan a su rol como cuidadoras-, da cuenta del carácter estructural del fenómeno de segregación horizontal que luego se observa en el mercado de trabajo. 

En los salarios, ni la ganan ni la empatan: Brechas según ramas del conocimiento

La brecha salarial se presenta en todas las ramas del conocimiento, con valores de entre el 11% en Ciencias Humanas y el 23% en Ciencias Aplicadas. Las brechas más amplias se observan en aquellas ramas del conocimiento asociadas a remuneraciones mayores, que son también las que presentan una mayor variabilidad en el nivel de ingresos que puede alcanzar un trabajador. Al mismo tiempo, aquellas ramas con una mayor proporción de egresadas mujeres presentan niveles salariales más bajos, lo cual refleja la tendencia a la infravaloración económica de los trabajos estereotípicamente femeninos. En este sentido, remarcamos la importancia de revalorizar aquellas ocupaciones dedicadas al cuidado frente a las ocupaciones “duras” y “racionales” de una misma disciplina. Un claro ejemplo de ello es la brecha salarial que hay entre las ocupaciones de ciencias de la salud; si bien tanto la Medicina como la Enfermería resultan cruciales para la salud de las personas, la segunda está altamente feminizada y peor remunerada. 

Las diferencias en las brechas salariales presentes en cada rama deben analizarse tomando en consideración las características de la inserción en el mercado de trabajo de las trabajadoras y los trabajadores que estudian cada una de las disciplinas. Esto incluye la extensión y configuración de la jornada laboral, la exposición a situaciones de violencia, las posibilidades de ascenso, las distancias a los lugares de trabajo, etc. Por ejemplo, un aporte de la economía feminista es aquel que señala que las mujeres tienden a ubicarse en sectores de empleo con horarios más flexibles, de forma tal que les permiten conciliar el trabajo en el mercado laboral con la jornada adicional de trabajo doméstico y de cuidados en sus hogares. 

You better work bitch: Feminización de las ocupaciones

Haciendo foco en la inserción laboral de los profesionales graduados de cada disciplina, también podemos encontrar sectores claramente feminizados y masculinizados. Para ilustrar este fenómeno, nuevamente tomamos los 5 tipos de ocupaciones más y menos feminizados. Cabe aclarar que las ocupaciones que aparecen aquí reúnen a profesionales graduados de múltiples carreras. Es decir, cada una de ellas no se desprende linealmente de una rama de estudios, sino que podemos encontrar personas de distintas carreras en una misma ocupación (a modo de ejemplo, puede señalarse que las estudiantes graduadas de múltiples disciplinas se insertan posteriormente en ocupaciones vinculadas con la enseñanza). 

Al igual que en la esfera doméstica, en el mercado de trabajo las mujeres también se encuentran sobrerrepresentadas en sectores vinculados a los cuidados y las tareas de reproducción: la enseñanza, la salud y servicios sociales, los servicios de alojamiento y comida, y los servicios de asociaciones y personales. Por otro lado, los hombres se desempeñan en tareas vinculadas tradicionalmente a la producción, tales como el suministro de servicios, la explotación de minas, la construcción, los servicios de información y comunicaciones y  la producción primaria de alimentos.  

Nota: los servicios de asociaciones y servicios personales implican actividades vinculadas a la limpieza (recolección de basura, su barrido y desecho), las actividades de organizaciones empresariales, profesionales, de sindicatos, empleadores y las organizaciones religiosas y políticas, los servicios de cinematografía, radio y televisión y de entretenimiento, y por último los servicios de lavandería y los servicios personales (belleza, estética corporal, etc.) 

Por supuesto, esta situación es la contracara de la elección de carreras que analizamos previamente. Como resultado de la internalización de los estereotipos de género, las mujeres presentan una menor propensión a elegir carreras “duras”. A nivel social, esto termina generando muros invisibles que segmentan el mercado de trabajo, e implican una diferenciación en los ingresos laborales obtenidos por las mujeres y los varones. Este fenómeno, que podemos ver reflejado en el gráfico, es lo que ha sido denominado segregación horizontal

Reflexiones finales

En conclusión, la brecha salarial observada entre las y los profesionales se origina en gran medida en la elección por parte de los varones y mujeres de carreras -y luego ocupaciones- que, por un lado, se ajustan a los estereotipos de comportamiento de género (asociadas al cuidado, las emociones y lo social para las mujeres y asociadas al trabajo “intelectual”, racional y forzoso para los varones). De manera complementaria, las mujeres también tienden a elegir ocupaciones que les permitan conciliar sus jornadas de trabajo remunerado y no remunerado ante la falta de una provisión pública de los mismos. 

De este modo, se pone de relieve tanto la importancia de recibir una educación -dentro y fuera del sistema educativo formal- que no refuerce los roles de género, así como de discutir la menor valorización de las tareas vinculadas al cuidado de las personas dentro y fuera de la esfera doméstica, y la distribución entre varones y mujeres de las responsabilidades asociadas a dichas tareas. Además es necesario  ajustar los salarios de las ocupaciones tradicionalmente femeninas reconociendo su relevancia en la reproducción social y brindar licencias y una jornada laboral flexible para dedicar tiempo a las tareas de cuidado en los sectores productivos menos feminizados (o incluso establecer normativas que obliguen a los varones a hacerse cargo de estas tareas, tales como la obligatoriedad de la licencia por paternidad) son algunas de las medidas que podrían conciliar esta situación.

Más allá de la conciliación y pensando la organización social de forma más íntegra, con más de 30% de trabajadores en la informalidad y las dificultades que eso conlleva, es necesario avanzar en un Sistema Integral de Cuidados que pueda reconocer y profesionalizar la rama de cuidados mientras que reconoce un derecho humano a ser cuidado, asegurando una sociedad más justa para todos, todas y todes.

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